lunes, 1 de mayo de 2017

Sindicatos Libres: Los obreros carlistas

Sindicatos Libres: Los obreros carlistas





(Portada del órgano oficial de los sindicatos carlistas)


El Movimiento Obrero Tradicionalista, tiene su origen en los primeros años de la década de los sesenta en el seno del carlismo. Sus primeros pasos se dieron en Murcia en 1963, con el claro objetivo de enlazar con la tradición obrerista del carlismo, especialmente con la experiencia de los Sindicatos Libres, creados por el carlismo en la primera mitad del siglo XX.

Uno de los primeros inspiradores fue el sindicalista  vasco Périco Olaortúa, antiguo militante de los “libres”, defensor de la propiedad sindical, pero no estatista y contrario al principio de la lucha de clases. En la circular de presentación, en 1963 del M.O.T, se leía:

“Este movimiento obrero de la Comunión Tradicionalista quiere ser dentro de la interpretación católica de la cuestión social, el germen  de un nuevo y renovado impulso en el carlismo, para su proyección en el mundo del trabajo”

Su órgano difusor fue la revista “Vanguardia Obrera Tradicionalista”. En 1964 el VOT transcribe en su número 3 un manifiesto  de Ramón Sales,  líder de los Sindicatos Libres carlistas, donde entre otras cosas se decía:

“Los Sindicatos Libres aspiran a la abolición del sistema capitalista”

El M.O.T de Cataluña también se consideraba continuador de la obra de Sales y de los Libres, y en un documento se definen como:

“No en vano es la vanguardia de la lucha obrera, la continuación de aquellos Sindicatos Libres, fundados en los años 20 por Ramón Sales”. (El M.O.T de Cataluña y la Reforma Sindical)

En las Conclusiones del Tercer Congreso del M.O.T celebrado en Madrid los días 31 de octubre y 1 de noviembre de 1965, se declaran partidarios del Corporativismo, en la más genuina tradición social católica:

“El Cooperativismo es un sistema social cristiano por excelencia, en donde el hombre vuelve a ocupar el puesto de primacía que le corresponde en la actividad productiva, sometiendo el capital a su servicio y reduciéndole a sus justos límites de instrumentos de la producción y no como medio de dominio del hombre (…) Frente a la propiedad privada de unos pocos y a la propiedad colectiva que es de uno solo, el cooperativismo supone la propiedad privada para todos a la vez, que es una propiedad social al servicio de los socios. (…) El Tradicionalismo, fiel a los principios sociales cristianos que constituyen  la esencia de su doctrina, propugna el sistema cooperativo como una solución que contribuirá a resolver el problema social económico de nuestros días.”

En el mismo Congreso se proponen como textos básicos de formación para los militantes del M.O.T los siguientes libros: “Breve historia del Legitimismo español” de Melchor Ferrer, “La Monarquía Social y Representativa” de Rafael Gambra y “Antología de textos de Vázquez de Mella” también de Rafael Gambra. Así como el Breve curso del M.O.T; en este texto tras una feroz crítica al capitalismo liberal y a los sindicatos verticales franquistas, se definía de la siguiente forma al sindicalismo anarquista y marxista:

“Los anarquistas son fieles al ideal obrero del reparto y de la propiedad en manos común. Pero dos fallos garrafales cometieron: 1-emplear como única táctica la violencia, ejercida muchas veces contra inocentes 2- sus dirigentes están al servicio de la burguesía masónica (la historia de España los confirma). Los sindicatos marxistas representan la traición plena al ideal obrero. Estatismo, materialismo dialéctico en oposición al recio humanismo de la familia obrera, sacrificio de todo respeto a normas morales en aras de una táctica absorbente. Como decía Marx y repetía Lenin el marxismo no es un movimiento obrero sino una fuerza dirigida por intelectuales burgueses. La subordinación ciega de estos sindicatos al partido los incapacita para representar la causa obrera”.

Sobre el marxismo se añadía:

“La colmena es el resultado de la aplicación del marxismo a una sociedad. Es otro intento de superar el liberalismo que conduce a una masificación peor que la occidental. En la sociedad marxista pura, la China, porque la rusa parece querer asomarse a Occidente, ha desaparecido hasta la apariencia de libertad. Libertad ¿para qué? Decía Lenin.

Los caracteres de la colmena soviética son:

1-Solidaridad entre hombres, impuesta coactivamente, nacida del odio a otros hombres. Los odiados reciben muchos nombres: contrarrevolucionarios, fascistas, imperialistas etc. Nótese que lo que define al enemigo no es el ser obrero o burgués, sino el estar excomulgados por el dogma marxista. Hay burgueses marxistas y obreros anticomunistas, estos son sus peores enemigos.

2-Las decisiones de gobierno pertenecen en exclusiva a una minoría oficialmente definida: el partido.

3-Capitalismo de Estado. Las bases del capitalismo siguen  en pie; el único capitalista, el único patrón es ahora el Estado. El obrero sigue siendo una máquina; los peores salarios, las jornadas más duras de trabajo son las comunistas.

4-Dictadura del proletariado. Oficialmente se llaman democracias populares. Pero en realidad es un régimen totalitario en que todas las libertades fundamentales del hombre están encadenadas.

5-Toda la información es arma de propaganda política. Hablar de verdad o de mentira en cuanto lo que se diga coincide con la realidad de los hechos, carece de sentido político aplicado a la propaganda soviética. Si interesa decir que el descubridor de América fue un ruso, pues se dice. Si se afirma que el Papa es un servidor, hoy, de los intereses capitalistas y mañana que ha aceptado las tesis marxistas, no hay ningún rubor en proclamarlo.

6-El partido comunista verdugo y heredero de los antiguos grupos de presión. Los mata, hereda sus privilegios, los incrementa y ahoga la sociedad de forma total; controla todas sus manifestaciones religiosas, culturales, artísticas, políticas etc.”

El M.O.T desapareció en 1970 no pudiendo superar la alocada deriva huguista y la demagogia impuesta por la traición del ex-príncipe, truncándose así una interesante experiencia, no carente de errores y mimetismos epocales, pero muy sugerente en la proyección social anticapitalista del carlismo contemporáneo.

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